A la hora de plantear la
metodología que queremos emplear para que nuestro alumnado, se involucre en su
aprendizaje, debemos valorar ciertos aspectos, que desde mi punto de vista son
cruciales para que los conocimientos, habilidades o actitudes que queremos
transmitir, posen y reposen en el alumnado y no resbalen como el agua en un
impermeable.
La metodología de las 3Ps,
(Presentación, Práctica y Prueba) es un método basado en la transmisión
unidireccional de los conocimientos, del profesorado al alumnado, sin
prácticamente capacidad de colaboración por parte del alumnado, solo puede y
debe hacer lo que “manda” el profesor y con una evaluación simple, lo sabe o no
lo sabe, y en la mayoría de los casos con una curva de retención muy
pronunciada a partir de la realización del examen, es decir cuando se hace el examen
se olvidan los conocimientos ¿adquiridos?.
En cambio la metodología ABP
(Aprendizaje Basado en Proyectos) involucra más al alumnado en su propio
aprendizaje, creando situaciones donde el alumnado debe tomar decisiones, de
diseño, técnicas, etc. El alumnado gestiona el tiempo que dedica a cada una de
las partes del proyecto y habitualmente crea hábitos de trabajo cooperativo, al
realizar el proyecto en grupo.
Pero para que un ABP sea realmente
eficaz, útil y provechoso, el alumnado debe de estar dotado de unas capacidades
de autonomía, responsabilidad y formalidad, de las que actualmente carecen la mayoría
de los estudiantes de E.S.O. debido precisamente a que la educación secundaría
está basada en un aprendizaje PPP en la mayoría de los casos.
Resumiendo, con el aprendizaje
basado en proyectos, con alumnado involucrado y motivado en su educación se
puede conseguir una mejor adquisición de contenidos, habilidades y actitudes,
pero si el alumnado no se compromete el ABP se puede convertir, en un, “que
guay, con el ABP no hay que estudiar”
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